No tengo que fingir para que me quieran ni maquillar mi vida para que parezca perfecta. Soy lo que soy, con mis días buenos y malos, y eso es suficiente. Ya no busco agradar a nadie, porque aprendí que vivir para otros es perderse uno mismo. Me acepto, con mis fallas y mis alegrías, buscando siempre ser mejor, porque también eso es parte del amor propio: cuidar lo que uno es mientras florece y se transforma.
top of page

bottom of page
Comments