Parece que sufrir una decepción amorosa es parte de la vida. No creo que haya una edad determinada para el amor, la madurez no ayuda a querer más o menos a una persona. El amor es sincero, no lo afectan los números.
Entre las primeras cosas que se aprenden en la vida está el amor: aprendemos a querer, a valorar, a respetar, a cuidar. El amor es un conjunto de todas esas cosas.
Es raro fallar en algo en lo que llevamos tantos años. Tal vez en las parejas el amor falla por la falsa idealización que nos hacemos de una persona que acabamos de conocer y nos parece genial en la etapa del enamoramiento. Pero creo que el fondo del problema es la parte donde se conocen, donde todo lo que piensas no coincide con lo que realmente es. Comienzan las peleas y desconfianzas por las diferencias y casi siempre concluye en el terrible abandono o siendo remplazado. Entre estas dos etapas es donde fabricamos esas terribles ideas sobre esa persona y sobre nosotros mismos, es en momentos así en los que se junta el odio, el amor, el arrepentimiento, la frustración y todas esas cosas que nos confunden.
Creo que el sufrimiento se crea a partir de todas estas cosas que atormentan nuestra mente. Lo importante es la etapa en que hay que superarlo, tal vez sea peor que las mismas peleas o miedos que provocó la ruptura… esa etapa en la que recuerdas esos primeros días donde sólo querías estar con esa persona porque era en lo único que pensabas, esas noches largas escribiéndole cuanto la querías, los momentos donde sentías timidez y te sonrojabas, días en los que le enviabas rosas para que supiera cuanto la amabas... Tantos momentos convertidos ahora en recuerdos.
Hablamos durante mucho tiempo por chat después de haberme dejado.
—Seamos amigos—dijo.
Yo me reí. Me reí de la ironía, de la tristeza, del dolor. Después de serlo todo, nadie se conforma con una amistad.
—Es mejor que no volvamos hablar—le dije como mi último adiós con el dolor de mi corazón.
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