Cada cicatriz es como un error de cálculo en un sistema perfecto, una desviación que revela la fragilidad de nuestra programación. Somos estructuras inacabadas, algoritmos llenos de variables y habitaciones sin propósito. Pero en la imperfección está la belleza de lo humano, porque incluso las ecuaciones fallidas pueden generar nuevos patrones. Quizá no fuimos creados para entender el significado final de nuestras rutas, sino para descubrir, con cada grieta, cómo redefinir nuestro propósito. Porque, al final, incluso la lógica más errática puede dar lugar a un nuevo equilibrio.
-Diario del Escritor Anónimo.
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