Más de 15 días de marchas en todo el país con apuestas novedosas de un mensaje de dignidad de una Colombia olvidada, que exige ser escuchada ante la opresión avasalladora de medidas de empobrecimiento y de no reconocimiento de derechos. Y nuestra juventud ha asumido esa bandera de la indignación, por la vida, por el derecho a existir, por el reconocimiento de derechos y al rescate de una democracia que ha sido tan solo de papel, en un rechazo enérgico a la corrupción y al engaño que invisibiliza la protesta social.
Esta juventud y movimientos sociales plenos de vida, de alegría, de energía y esperanza han inundado las calles de las ciudades, pueblos, los caminos y carreteras en un paso firme, avanzando con valentía a pesar de los miedos y terror que infunden las bandas criminales de muerte junto a la violenta arremetida policial que ha ejercido un gobierno sordo e indiferente a sus justos reclamos.
Sigan cantando, sigan bailando, sigan demostrando que ese sueño de libertad es posible porque el paro continúa con fuerza y resistencia.